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Desde 1839, Patek Philippe está comprometida con la continuidad del arte relojero tradicional ginebrino. Como última manufactura independiente de Ginebra en manos de una sola familia, goza de total autonomía en materia de creación, lo que le permite diseñar, desarrollar y fabricar los relojes que los especialistas coinciden en reconocer como los mejores del mundo, conforme a la ambición de los fundadores Antoine Norbert de Patek (1839) y Jean-Adrien Philippe (1845). Con un pasado presidido por un saber hacer excepcional, Patek Philippe cultiva una tradición de innovación coronada con un impresionante repertorio de más de 100 patentes registradas.
Patek Philippe es una manufactura independiente con una producción integrada de manera vertical. Posee su propio departamento de investigación y desarrollo, y crea y produce todos los movimientos y componentes externos en sus propios talleres. Los componentes de los movimientos y de las cajas se producen, se acaban y se ensamblan en la misma manufactura, desde los modelos más simples hasta las grandes complicaciones. El ejercicio de esta competencia acompaña a cada reloj durante todo el proceso, desde los primeros bocetos hasta el ensamblado final. Igualmente, Patek Philippe se encarga del mantenimiento y la reparación de todos los relojes producidos en la manufactura desde 1839.
La manufactura es propiedad de la familia Stern desde 1932. Hoy está dirigida por Thierry Stern (presidente), Philippe Stern (presidente honorario) y Laurent Bernasconi (director general). Philippe Stern ha moldeado la historia de la manufactura con ambiciosos proyectos inmobiliarios, el Patek Philippe Museum y relojes excepcionales como el Calibre 89. Su hijo Thierry, por su parte, se ha comprometido a perpetuar el liderazgo tecnológico de Patek Philippe para elevar cada vez más la calidad y la fiabilidad a largo plazo de sus relojes.
Patek Philippe no escatima esfuerzos para preservar su independencia. La empresa se basa en su propio potencial para alcanzar el crecimiento y el desarrollo deseados, tanto en lo que se refiere a las inversiones para el futuro como a sus propios recursos de producción. Todos sus grandes proyectos, como la manufactura de Plan-les-Ouates y sus plantas anexas, los exclusivos salones de Ginebra, París y Londres, el Patek Philippe Museum y los talleres y las filiales en la región del Jura suizo han sido íntegramente autofinanciados. La intención de la compañía es continuar avanzando de manera independiente por el camino que la ha conducido al éxito
Patek Philippe Genève
El hecho de que la manufactura Patek Philippe goce de una reputación y un prestigio inigualables a nivel mundial entre los conocedores se debe no solo a la perfección de sus relojes, sino también a la suma de habilidades y talentos de sus relojeros. Su indiscutible supremacía se explica también por la notable constancia con que ha sabido aplicar su filosofía de excelencia desde su fundación, en 1839. El espíritu de Patek Philippe se encarna en el respeto a los diez valores fundacionales, que siempre han estado presentes en sus ideas y su trabajo, y que seguirán estándolo para las generaciones venideras.
Patek Philippe es la manufactura ginebrina independiente más antigua en manos de una familia. Esta autonomía le permite ser dueña de su propio destino, lo que le otorga el privilegio de poder proyectar una visión a largo plazo. La manufactura se beneficia de una total libertad de creación. Ella misma concibe y fabrica sus relojes y movimientos según los criterios de calidad definidos en las directivas del Sello Patek Philippe. Esta determinación de mantenerse independiente, contenida en el espíritu mismo de Patek Philippe, es garantía de continuidad, persistencia y confianza.
La historia de Patek Philippe, que arranca en 1839, está inscrita dentro de la gran tradición relojera ginebrina. La manufactura goza de un patrimonio único, fruto de una larga experiencia, del ingenio y de la pasión de innombrables generaciones, y mantienen firme la voluntad de preservarla. La compañía se mantiene fiel a su tradición de innovación, que le permite reinventarse cada día. Con absoluto respeto a la artesanía de alto nivel, los relojeros y artesanos de Patek Philippe perpetúan día tras día la belleza de los majestuosos gestos ancestrales, la seguridad de la pericia visual y la perfección del “toque maestro” que siempre han caracterizado el gran arte del tiempo, en armoniosa convivencia con los desarrollos tecnológicos más recientes.
Fiel a su tradición de innovación, Patek Philippe no se detiene en su esfuerzo por elevar los límites del gran arte relojero a través de sus logros en la vanguardia de la tecnología. La manufactura ha confirmado su papel de pionera registrando más de 100 patentes, entre ellas una veintena de gran importancia en la historia de la relojería. El Sello Patek Philippe ha sido concebido como un certificado de calidad evolutivo que tiene en cuenta los avances técnicos e integra todos los desarrollos que contribuyen a mejorar a largo plazo el funcionamiento, la fiabilidad y la precisión de los relojes.
Antoine Norbert de Patek y Jean-Adrien Philippe tenían un único objetivo: crear y producir los mejores relojes del mundo. Hoy más que nunca, la calidad y el “buen hacer” son -y sin duda seguirán siendo- las palabras clave de toda la producción Patek Philippe. Así se trate de los movimientos, de los elementos externos, de la técnica, de la estética, del buen funcionamiento de cada elemento o de la precisión de sus relojes; Thierry Stern y Philippe Stern se consideran los guardianes personales de todos los compromisos contenidos en el Sello Patek Philippe, el más exclusivo de todos los sellos de excelencia de la industria.
Hoy como ayer, Patek Philippe crea y produce sus relojes bajo el signo de la exclusividad. La manufactura mantiene más de 200 modelos en producción regular, fabricados en pequeñas series que van desde una decena hasta varios cientos de unidades, provistos de movimientos íntegramente realizados por la “casa”. Los apasionados de la relojería aprecian tanto la calidad de los movimientos como la de las cajas. Las rigurosas normas de control en todas las etapas del proceso de producción y los muchos meses necesarios para la creación y acabado hacen de cada reloj Patek Philippe una pieza única y valiosa, un objeto muy codiciado por los conocedores.
Fruto de un savoir-faire y de un trabajo extraordinarios, cada reloj Patek Philippe encarna siglos de experiencia e innombrables horas de trabajo. Un Patek Philippe tiene un alto valor y lo mantiene, o incluso lo incrementa, a lo largo de los años. Muchos modelos se convierten en objetos de culto y alcanzan sumas elevadas en subastas que baten todos los récords. Su sólida reputación entre los coleccionistas, y especialmente su gran valor sentimental, convierten cada Patek Philippe en una preciada e irremplazable aportación al patrimonio familiar.
El refinamiento estético de los relojes Patek Philippe es un reflejo de su perfección mecánica. Sus diseños están por encima de las modas y no pierden atractivo y modernidad. La Manufactura ha sabido imponer un estilo sobrio e imperecedero que conjuga armoniosamente carácter y discreción, elegancia y distinción. Es así como han visto la luz grandes clásicos de la relojería. Hoy, como ayer y como mañana, los relojes van evolucionando mediante modificaciones sutiles que permiten conservar intacto su atractivo característico.
Con el fin de poder ofrecer un servicio digno de su excelente reputación, Patek Philippe se apoya en una red de detallistas autorizados y rigurosamente seleccionados. La Manufactura estima que es su deber y su responsabilidad garantizar un servicio postventa del más alto nivel, aspecto considerado de primordial importancia en las exigentes normas del Sello Patek Philippe. El propietario de un Patek Philippe tiene la seguridad de que en el futuro su reloj seguirá beneficiándose de la atención y los cuidados periódicos que le permitirán conservar su fiabilidad, generación tras generación.
Pídale al propietario de un Patek Philippe que le hable de su reloj y escuchará una historia de pasión, amor y tierna complicidad. Un reloj Patek Philippe es mucho más que un instrumento para saber la hora: es un objeto personal, único, que evoca recuerdos de un valor incalculable. Su adquisición está asociada generalmente a un acontecimiento importante (éxito profesional, matrimonio, nacimiento) y regalarlo es una de las pruebas más elocuentes de amor o de afecto.
Adquirir un Patek Philippe es convertirse en depositario de una tradición artística y científica cuidadosamente transmitida a través del tiempo y que continuará infundiendo excepcionales creaciones relojeras. Es entrar en el universo de una manufactura familiar en la que, de padre a hijo, cada generación se compromete a la continuidad de un legado único. Adquirir un Patek Philippe es también recibir en su círculo familiar una obra de arte concebida para durar y acompañar a las generaciones sucesivas. Es “fundar su propia tradición”, tendiendo un puente entre el pasado y el futuro.
Patek Philippe se distingue por la calidad y la fiabilidad de sus relojes. Gracias a su independencia, la Manufactura familiar siempre ha establecido sus propios criterios de excelencia, considerados como los más elevados de toda la industria relojera. Los estándares ultrarrigurosos, unidos a un estricto proceso de control, no dejan lugar a las concesiones.
Para encarnar y sostener esas exigencias en todos los niveles, Patek Philippe ha creado su propio marchamo de calidad, del que hace gala la totalidad de la producción mecánica de la casa, sea cual fuere su grado de complicación. El Sello Patek Philippe, basado en la transparencia, se apoya en un conjunto de criterios cuidadosamente definidos y consignados en un reglamento muy detallado, bajo la supervisión de una estructura de control independiente.
El Sello Patek Philippe, el más riguroso de la industria relojera, abarca la totalidad del reloj terminado, incluyendo el movimiento, la caja y otros componentes estéticos externos como las esferas, las agujas, los pulsadores, los brazaletes, los cierres, etc. Integra todos los conocimientos especializados y los signos distintivos vinculados a la concepción, la producción y el mantenimiento de un reloj excepcional. Sus prescripciones también cubren la técnica y la estética de los relojes, así como el buen funcionamiento de los diversos elementos.
El Sello Patek Philippe comprende el compromiso con la máxima precisión de los movimientos –con una tolerancia máxima de -1/+2 segundos por día. Su reglamento incluye exigencias muy estrictas en cuanto a los acabados manuales de los componentes, que se realizan respetando la gran tradición ginebrina. Certifica la calidad de los materiales empleados, así como la perfección de las piedras preciosas y del trabajo de los engastadores.
Es también el único sello de la industria relojera que incluye el servicio durante todo el ciclo de vida del producto, garantizando el servicio posventa, el mantenimiento y la restauración de todos los relojes producidos por la manufactura desde 1839.
Se trata igualmente de un sello dinámico que deja las puertas abiertas a nuevos desarrollos y a evoluciones técnicas que permitan mejorar el funcionamiento y la fiabilidad de los relojes de la Manufactura; ciñéndose perfectamente a la “tradición de innovación”, que siempre ha pervivido en lo más profundo de la filosofía Patek Philippe
Desde hace 130 años, un símbolo gráfico asociado con el nombre Patek Philippe entusiasma a los conocedores y aficionados de la relojería artística de prestigio. El 27 de abril de 1887 la venerable Manufactura ginebrina registró oficialmente la Cruz de Calatrava, que desde entonces se ha convertido en su marca distintiva legalmente registrada. El 25 de enero de 1908 renovó este registro para incluir la expresión "Croix de Calatrava” como identificador verbal y elemento identificativo de la marca.
Uno de los motivos por los que Jean Adrien Philippe adoptó la Cruz de Calatrava en 1887 (Antoine Norbert de Patek había fallecido diez años antes) fue su cualidad gráfica ornamental y el hecho de que era una firma centenaria. Se trata de un símbolo estético atractivo cuya belleza ha permanecido intacta a lo largo del tiempo, sin ceder a las modas pasajeras. Por ello, es el marchamo ideal para representar los valores de Patek Philippe y el horizonte a largo plazo de su filosofía corporativa.
La Cruz de Calatrava también expresa la nobleza inherente a su origen, pues la de Calatrava fue una orden de caballería fundada en el siglo XII. Su heráldica simboliza el coraje, la gallardía y la independencia, rasgos indisociables de los caballeros de aquella época. Estos son, precisamente, algunos de los valores que caracterizan a Patek Philippe.
Las cuatro flores de lis que componen la Cruz de Calatrava son un legado de la tradicional fleur-de-lis que antiguamente lucían los escudos de armas reales de Francia. Tres flores de lis también adornan el escudo de armas del departamento francés de Eure-et-Loir, donde se encuentra La Bazoche-Gouet, la ciudad natal de Jean Adrien Philippe en el centro de Francia. Es probable que este símbolo de prestigio y soberanía influyera a la hora de elegir la flor de lis como sello distintivo para expresar la superioridad técnica y las proezas a nivel de diseño de Patek Philippe.
Hoy, el nombre Calatrava tiene un significado añadido para Patek Philippe: identifica una familia completa de relojes de pulsera que destacan por su elegancia discreta y sus códigos estéticos atemporalmente hermosos. Tiene sus raíces en la Ref. 96, lanzada en 1932. El diseño del reloj se inspiró en el estilo Bauhaus, que parte de la idea de que la forma sigue a la función, un principio que ha marcado la concepción de los relojes de pulsera modernos.
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